El Raku no es solo una técnica, es una actitud interior, una disposición de la consciencia tal como se expresa en la ceremonia del té para la que fueron elaborados los cuencos. Es una manera particular de trabajar el barro que deja a la intuición y al concepto Wabi Sabi gran importancia: es la estética de la sencillez y la naturalidad, la aceptación de la realidad que encarna todas las facetas de nuestra existencia.

El espiritu se tranquiliza a traves de la contemplación en la posición de sentado Za-Zen, en silencio. Son las experiencias de la naturaleza, los ejercicios de la percepción que crean el ambiente para el Raku: no querer, no saber, solo escuchar el sentimiento interior para darle forma con las manos. La belleza de la simplicidad, la reducción a lo esencial.